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¿Tenemos enfermedad de soledad?

Reflexión a propósito del discurso del Presidente de Colombia, Gustavo Petro Urrego durante el primer día de la 77 Asamblea General de la ONU, New York.

La soledad es una enfermedad que apenas está haciendo ruido. La soledad mantenida es un trauma en la psique individual y colectiva.

La soledad es la enfermedad del siglo XXI, es la enfermedad que intentamos engañar con lujos, con exceso de trabajo, con el consumo de cuerpos y vínculos, con ruido, con drogas, con vicios, con mil soledades más, pero cuando llega la noche, cuando llega la hora de dormir, ella aparece retumbando en nuestros oídos.

Estamos desahuciados de afectos, estamos agonizando por falta de amor y exceso de soledad y violencia. En nuestra sociedad de la inmediatez y del consumo, el cuidado parece extinguirse, la compañía es efímera y virtual y el amor parece más una utopía que una realidad.

Estar enfermos de soledad es traumático y eso también es un asunto político, porque el trauma no resuelto de una sociedad y el de sus dirigentes los hace tomar decisiones que mantienen las heridas y las profundizan. El camino es la sanación colectiva e individual que nos permita reconocernos como seres vivos resilientes, con capacidad de cambio y sentimientos de esperanza que nos permita vivir colectivamente y en sana conviviencia con nuestra madre tierra y demás especies.

El discurso de hoy en la ONU por parte del Presidente de Colombia, muestra el entramado emocional que hay detrás de la catástrofe ambiental y de la fallida guerra contra las drogas. La compulsión por el consumo, la adicción a las drogas, la aniquilación del medio ambiente cavan nuestra tumba como especie y en esto aqui juega un papel fundamental el poder, que puede ser usado desde la biopolítica o para seguir perpetuando la thanatopolitica.

Enunciar la enfermedad de soledad como parte de las causas profundas de la adicción y del consumismo, es reconocer al trauma como un asunto que también es político, reconoce además la urgente necesidad de visibilizar y poner en la agenda pública y política la salud mental y salud emocional si se quiere una transformación para la vida.

La salud mental también debería ser asunto político y por tanto epicentro para diseñar estrategias de prevención y promoción para Ser, Estar y Habitar en bienestar en un mundo tan convulso y competitivo donde el tener a pesar de todo –a pesar de las injusticias sociales, económicas y ambientales-es mandato…un mandato suicida que nos podría llevar a extinguirnos.

El Diván Rojo




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