PELIGRO Este video genera cutis ansarina y remite a la pequeña muerte por parte de las almas que lo vean.
Nota aclaratoria: Cutis ansarina es el nombre médico con el que se conoce la “piel de gallina”.
Buena forma de representar la pequeña muerte a nivel gráfico, ¿será que los filósofos franceses lo hubieran hecho así? Mientras seguiré leyendo a Bataille y cuando hable de la pequeña muerte, veré este videito para que me dé cutis ansarina y poder seguir con mis reflexiones.
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No consigo inspirar en mis sueños Algo mas que no sea, tener tu figura denuda a la luz de una vela, Y que las sombras solo lleguen a esos rincones exquisitos, Donde la piel se hace deseada, Eclipsándose húmeda y ardientemente.
Tengo deseos de convertir tu espalda en un rio caudaloso de dulce vino Y navegarlo con mi boca desde su caudal hasta su desembocadura, Quiero que degustes mis manos maltratando tan solo un poco tu abdomen, Proseguir con mis uñas rasguñando tus piernas, Y palpar con las yemas de mis dedos tu entrepierna.
Conquistaré tu boca árida por el calor de mi cuerpo, Suavizaré tus labios y le daré sabor a tu lengua, con una fresa; Dulce por su almíbar y con cristales salados Provenientes de mis dedos, lubricados con el resultado de tenerte así, Agitada, apasionada y estimulada!
Melissa Tejada (melibisbi@hotmail.com)
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Tu mirada incide el suspiro de cada madrugada; tus palabras me consienten el deseo de tomar tu torso uniéndole al mío y tus besos me hacen anhelar las sombras para resguardarme en tus brazos. La excitación nace, el calor nos abruma y los cuerpos responden, se mojan; esperando ahogar las tensiones sumergiéndolas en un lago de placer.
Melissa Tejada (melibisbi@hotmail.com)
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Este es uno de los relatos sugeridos por uno de mis lectores.
Espero se animen a mandar algunos de su autoría.
“Cuando ya estaba a punto de sucumbir al terror, unas manos la asieron de la cintura. Era un contacto incomprensible, como si la oscuridad misma la estuviera abrazando. Unos labios invisibles cayeron sobre los suyos: la oscuridad era ahora una cosa viva, que la atacaba por todas partes. Rosa Tulia cerró los ojos y se dejó llevar. Rodrigo la dobló como al tallo de una planta hasta tumbarla. El suelo estaba frío y despedía un pungente aroma a sotobosque. Al caer, Rosa Tulia por fin, logró escuchar el murmullo lejano del arroyo. Sintió alivio. Ya tenía un punto de referencia, aunque tan sólo fuera sonoro. La mano de Rodrigo, como un invisible tentáculo, buscó sus senos. Ella la quito con un movimiento brusco, y se arrepintió de inmediato. Rodrigo no insistió, tan sólo la besó más hondo, más largo. Entonces ella misma, agradecida, volvió a traer su mano y él abrió los botones del vestido dejando los pezones expuestos al sereno. Rodrigo los besó mientras su mano levantaba y, con pericia, arrancaba el calzón ensopado.
Rosa Tulia sintió como los dedos callosos exploraban el vello buscando la secreta abertura y, al encontrarla, la frotaban, de arriba abajo, hasta abrirla. La vulva fue inflamándose bajo las caricias, y las caderas empezaron a mecerse, guiadas por la ansiedad de saciar aquel ardor insoportable. Entonces Rodrigo trepó sobre ella, y con una sola mano se abrió la bragueta y saco su verga, pesada y caliente como el plomo. Rosa Tulia no aguantó la curiosidad y la agarro con ambas manos: la sintió viva, llena de nervaduras como la superficie de una guama. Rodrigo la empujó con suavidad contra los pliegues de su vulva, que se fueron abriendo hasta que Rosa Tulia sintió que algo detonaba con suavidad en sus entrañas antes de ceder ante la invasión inexorable. Gimió más de placer que de dolor. La muchacha se abrazó ansiosa contra el cuerpo de Rodrigo que respondió agarrándola de las nalgas y apretándola rítmicamente contra su pelvis. Rosa Tulia oyó su propia voz hilvanándose en quejidos atribulados hasta que un río súbito y espeso le abrazó las entrañas. Tensa, lanzó un grito líquido y rudimentario mientras su cuerpo ingobernable convulsionaba poseído por un espíritu que no era el suyo.
Rodrigo cayó fulminado sobre ella. Su peso era insoportable y Rosa Tulia tuvo que quitárselo de encima para que no la sofocara. Su pene salió como una espada de una vaina, y tras él un manantial tibio que le empapó las nalgas y los muslos. Echada a su lado, Rosa Tulia pudo al fin entrever en la tiniebla el perfil de Rodrigo. Me muero por usted – le dijo con la respiración entrecortada por el cansancio y la felicidad. Rodrigo, saciado, ni siquiera volteó a mirarla”.
Este es uno de los relatos enviado por uno de mis lectores.
Espero se animen a mandar algunos.
Todo es simple una vez se esta hincado a tus pies, con la visión de tu cuerpo que parece abarcarlo todo, las botas dejando sus visos en los ojos, las esposas preparadas para dejar el dolor segmentado, las ganas cuartadas, la baldosa fría, la cama ardiendo en llamas las pieles deseosas de humor corporal, cada detalle en pleno y yo esperando levantar uno hasta en tu cuerpo, hincar tus orificios en pleno tallando cada pliegue de piel como un tatuaje inverso, desatas un sensor de estados y desnudas la mente no es un freno es el cuidado al estar con una vampireza que lo abarca todo, un volcán que te hace arder en lava… no se pero algo se quema y nuevamente se eleva como la sumisión que da origen al todo y todo se hace fuego y el fuego hace renacer espasmos entre tus flores y tus aguas.