Sonetos de William Shakespeare de evidente sumisión erótica – BDSM
Esclavo soy, y esclavas son mis horas,
Del arbitrio y afán de tu deseo,
Pues vanas son las horas de mi vida
En que tú no requieres mis servicios.
No me atrevo a llamar lenta la espera
Cuando miro el reloj mientras te aguardo,
Ni a juzgar amargas tus ausencias
Cada vez que despides a tu siervo,
Ni inquiero con preguntas recelosas
Dónde estás, qué haces o discurres.
Melancólico esclavo, en nada pienso
Salvo en ti, y en la ventura de otros.
Tan necio es el amor, que tus caprichos
Acepta dócilmente aunque lo hieras.
El dios que de ti me ha esclavizado,
Prohibe que vigile tus placeres
O pida cuenta alguna de tus ocios,
Pues tu vasallo soy y te obedezco.
Estando a tu merced, soporto luego
La cárcel soledosa de tu ausencia
Y ofrezco dócilmente ambas mejillas
Sin acusarte de injusticia alguna.
Es tu privilegio ir donde gustes
Y disponer sin trabas de tus horas
Para hacer cuanto quieras, y aun puedes
Indultarte por daños a ti mismo.
Yo espero, aunque esperar sea un infierno;
Actúes bien o mal no he de acusarte.
Psicóloga Alejandra Quintero R.