Bienestar integral, transformación y resiliencia.

Salud mental y salud sexual con enfoque de género

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Abstract

Palabras claves: Deberes sexuales, ética sexual

 

Vivir libremente la sexualidad implica un ejercicio de autonomía, conciencia y responsabilidad que de la mano de una ética propia contribuye no solo al bienestar personal y social, sino a la vivencia de la libertad y autonomía humana.

Por ello, para procurar la vivencia de la sexualidad en pro del bienestar y la libertad humana, se ha de partir de la construcción de una ética autónoma, que no sólo reconozca los derechos sexuales de todas y todos, sino que visibilice los deberes humanos sexuales, ya que no hay libertad que no contemple los derechos de la mano de los deberes.

La psicóloga Alejandra Quintero Rendón desarrolla así la propuesta de los deberes humanos sexuales que aunados a los derechos sexuales ya propuestos previamente por la World Association for Sexual Health (WAS) desde 1999, permitirán una toma de conciencia para la vivencia de una sexualidad y una erótica más ética, responsable, autónoma y libre. En últimas, esto constituye una propuesta ética en sexualidad.

Estos deberes se enmarcan en principios como el autogobierno, el amor propio, el cuidado de sí, el buen vivir, el vitalismo y el humanismo que, en conjunto con los derechos sexuales, contribuirán con la salud sexual personal y social.

Los deberes sexuales son entendidos, como aquellos compromisos que cada sujeto desarrolla o tiene, frente a la vivencia placentera, edificante y saludable de la sexualidad para consigo mismo y con el Otro. Estos compromisos devienen de la consciencia de la sexualidad y de la erótica, como elementos transversales e inherentes a la condición humana, que pueden aportar bienestar físico, mental y espiritual y que naciendo de la consciencia y acción individual influirán en la consciencia y acción social.

Vivir una sexualidad y una erótica libre, implica la construcción de un marco ético propio y autónomo, que no solamente contemple el conocimiento y la práctica de los derechos sexuales, sino de los deberes sexuales. Una ética sexual y erótica, no debe partir solamente de la reclamación de los derechos o del respeto de los derechos del Otro, sino de la consagración, observación y formación en deberes sexuales, ya que no hay derechos sin deberes. Deberes que implican que el sujeto construya sus propias normas y su limitación y sea congruente consigo mismo a partir de sus leyes autoimpuestas por el ejercicio de la razón. Normas que son validadas, construidas y re-construidas en una relación dialógica con el Otro, o sea, en una alteridad erótica.