Ayer estuve en el quinto concierto oficial de la Orquesta Filarmónica de Medellín, el cual tenía para mi gran significado por la temática de las obras que allí se interpretaban. Matices eróticos y música impredecible al mejor estilo de Richard Strauss y bajo la dirección del maestro chileno Francisco Reting, me permitieron una experiencia sensualista de voluptuosidad auditiva memorable.
El siguiente texto es un extracto del programa de mano correspondiente a las dos obras de Richard Strauss, en las que el erotismo hace gala y que El Diván Rojo compartirá con ustedes, querid@s erotistas:
Don Juan, poema sinfónico. Opus 20 – R. Strauss
Byron as Don Juan, with Haidee, 1831 Alexandre-Marie Colin
“Durante los largos años que precedieron a su consagración como compositor de ópera, Strauss inició una triunfal andadura en la sala de conciertos de la mano de sus espectaculares poemas sinfónicos para gran orquesta.
Entre 1886 y 1889, Strauss trabajó en la composición de sus poemas sinfónicos: Macbeth, Don Juan y Muerte y Transfiguración. El segundo de ellos, que hoy se escucha, sería estrenado con notable éxito, el 11 de noviembre de 1889, en el Teatro Real de Weimar. La composición toma su origen en el poema homónimo de Nikolaus Lenau. En él se entiende que “la culpa trágica (de Don Juan) reside en la falta de medida, en el desconsiderado arrollamiento de los destinos humanos, en la posición egocentrista del erotismo. El dogma de que el “verdadero amor” se venga de la embriaguez de los sentidos, es fruto del sentimentalismo cristiano, y condena a los sentidos como obra del diablo. Esto es ajeno al mito. Don Juan no fracasa por sus vicios sino por su hibridez”.
Esta cita del ensayo del profesor H.W.von Waltershausen, acerca de la obra de Strauss, nos introduce en la atmosfera musical de este Opus 20 del compositor bávaro. Strauss citó en la partitura, tres estrofas del poema de Lenau: la primera trata del “arrebato del goce”, en el que el protagonista quisiera recorrer “el círculo mágico, inmensamente extenso, de las múltiples bellezas femeninas”; la segunda estrofa se refiere al amor, a la pasión diversa que lleva a Don Juan hacia cada nueva mujer, sin asomo de arrepentimiento; en la tercera, por fin, se evoca la calma después de la tormenta (“apariencia de muerte tiene todo deseo, toda esperanza… el combustible se ha consumido y oscuro y frío ha quedado el hogar”).
No es difícil seguir en el desarrollo de la música, cada una de esas ideas. La composición se estructura siguiendo el clásico esquema de la forma sonata. Hay una exposición: dos motivos, de cuatro compases cada uno (el primero ascendente, el segundo descendente) constituyen el exordio. Un solo de oboe introducirá un tema secundario, de corte lírico, sobre el cual se edificará una especie de enorme “duo de amor”. A su término viene la repetición de los motivos iniciales, que ahora se desarrollan, en scherzando, para luego escuchar en las trompas (sobre un trémolo de cuerdas) el desafiante tema del héroe. El desarrollo es amplio, con alteraciones de la frase inicial, hasta desembocar en la triunfal recapitulación. Un premioso acelerando nos lleva al último clímax, que se desploma súbitamente para una coda de ominosa quietud, rota por la disonancia de la trompeta y el trémolo de las cuerdas, con glissandi en el arpa. Tres acordes tenues concluyen la partitura, tan brillantemente iniciada”.
Valses de la Suite de “El Caballero de la Rosa”. Opus 59 – R Strauss
Der Rosenkavalier (El Caballero de la Rosa) es una de las óperas más perfectas de Strauss. Todo en ello resplandece: la inspiración melódica, la prodigiosa orquestación y el tratamiento de las voces; con textos de Hugo con Hoffmansthal. Desde su estreno, en la Ópera de Dresde en 1911, El Caballero de la Rosa no ha dejado de sorprender al público e interpretes. Una reciente reedición discográfica de la versión (abreviada) grabada en Vienea en 1933 ( con Shumann, Lehmann, Olszewska y Mayr) nos devuelve instantes cimeros de una partitura a la que Strauss, en varias ocasiones, visitó con las ganas del concierto. La Suite incluye el maravilloso preludio del primer acto, con las subsigiente música de amor para Octavian y la Mariscala, la cósmica presentación de la rosa de plata (con acordes de flautas, violines, celestas y arpa), el nostálgico vals de la cita (donde el decadente Ochs pronuncia su presunto y erótico reclamo “conmigo ninguna noche será demasiado larga” y culmina con el terceto (Octavian/Sophie/Mariscala), lógicamente privado aquí de su texto, pero en cualquier caso “fervorosa confesión de las almas” (así lo definía Otto Erhardt), “donde el espacio y el tiempo se esfuman, el mundo se hunde, sólo resuenan los sentimientos de esos seres humanos, que deben arrancar de sus corazones sus alegrías y dolores, para arribar a la felicidad”. Todo ello, claro, con el epílogo arrebatador del último vals, broche brillante y sensual. Strauss, que cerró el capítulo del romanticismo alemán con sus Cuatro Últimas Canciones quiso y obtuvo que durante la ceremonia de su cremación una pequeña orquesta ejecutase el terceto de El Caballero de la Rosa”.
NARRATIVA (F). Cuentos Abril 2011 La Sonrisa Vertical SV 142 ISBN: 978-84-8383-322-3 256 pág. 15,38 € (IVA no incluido)
“Los cumpleaños son días de celebración, fechas excepcionales en que todo parece estar permitido; se reciben regalos que se desean certeros, afloran sentimientos e impulsos insospechados, se crean expectativas, se propicia el desenfreno y se ajustan cuentas con el pasado. Este volumen explora de manera magistral, en el contexto de los cumpleaños y en tonos muy variados, cuanto incumbe al erotismo: desde las más diversas obsesiones y apetencias, hasta la iniciación y los descubrimientos que ésta comporta, pasando por prácticas eróticas poco convencionales, sin olvidar analizar el papel que en el sexo desempeñan la imaginación, la clandestinidad o lo prohibido.
Fantasías que se hacen realidad no precisamente en el dormitorio, el primer amor en la calurosa Habana, la atracción entre dos madres en un cumpleaños infantil, obsesiones por muñecas mecánicas que derivan en delitos serios, regalos excitantes que rompen antiguas promesas, adolescentes que se despiden de unos sueños para perderse en otros, mujeres jóvenes que tienen mucho que enseñar a hombres mayores, chicos que ven más de lo que jamás imaginaron que verían (pero tocan menos de lo que quisieran tocar), detalles nimios que cobran una importancia turbadora en las relaciones, visitas a locales donde imperan singulares normas sobre el sexo, hermanos entrometidos que irrumpen en la vida de parejas incipientes… Así arrancan estos once cuentos eróticos, todos ellos inéditos y escritos especialmente para este volumen, en los que se transgrede casi todo: tabúes, lenguajes e incluso el propio género erótico.
Alentados por el éxito de los anteriores volúmenes de relatos eróticos –Cuentos eróticos de Navidad, Cuentos eróticos de verano y Cuentos eróticos de San Valentín–, Tusquets Editores ha animado a once autores españoles e hispanoamericanos a escribir en clave erótica en torno al tema del cumpleaños. Ellos son los que, gracias a su imaginación y a su maestría, han hecho posible este volumen: Albert Andreu (Barcelona, 1974), Juan Bonilla (Jerez de la Frontera, 1966), Abilio Estévez (La Habana, 1954), Brenda Lozano (Ciudad de México, 1981), Carlos Marzal (Valencia, 1961), Elena Medel (Córdoba, 1985), Eduardo Mendicutti (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 1948), Clara Navales (Valladolid, 1973), Sergio Olguín (Buenos Aires, 1967), Antonio Orejudo (Madrid, 1963) y Rafael Reig (Cangas de Onís, Asturias, 1963). ”
Videoconferencia muy corta sobre la conferencia de sexo oral.
(Disculpan el sonido, estamos buscando sonidista)
Las actividades sexuales que no conllevan a la reproducción, han sido censuradas por las instancias de poder a quienes no conviene el disfrute hedonista de la vida, y por el contrario ofrecen el alcance de una mejor vida por el camino del sufrimiento. Estas filosofías de la represión han permeado por muchísimo tiempo nuestra mente y han fomentado el sentimiento de culpa y de vergüenza hacia las actividades placenteras, en las que se expresa la sexualidad humana, haciendo de ellas un tabú.
El sexo oral ha sido una de aquellas actividades prohibidas, que pese a ser muy practicada en tiempos actuales, todavía sigue existiendo falsas ideas acerca de su práctica en pareja, lo que ha conllevado a su limitación placentera y al ejercicio poco responsable y saludable de una práctica que aporta erotismo, comunicación e intimidad al vínculo de pareja.
Poner en evidencia las ideas distorsionadas sobre el sexo oral y sugerir mejores prácticas en la materia, es el objetivo de la videoconferencia titulada: Sexo oral, una sexualidad más allá del misionero y de la cópula reproductiva.
Memorias de la conferencia sobre sexo oral dictada por la psicóloga y asesora sexual Alejandra Quintero R (El Diván Rojo)
Expresiones como “Me gustaría tomar la iniciativa sexual pero me da pena”, “Me gustaría que él se demorara más en los preámbulos”, “No me gusta tocarme” son comunes en el lenguaje de las mujeres. Sin embargo, qué hay detrás de todo esto con respecto a la forma en que las mujeres viven su erotismo y sexualidad?
Hablemos de sexo en El Diván Rojo que es la apuesta de Bermellón y la psicóloga Alejandra Quintero R en la ciudad de Medellín, que pretende generar espacios de conversación en materia de sexualidad y erotismo a los asistentes para que logren reflexionar acerca de su vida sexual en procura del bienestar tanto personal como de pareja.
En un lenguaje sencillo, informal y cotidiano, y a partir de la propia experiencia de vida, los invitados al conversatorio reflexionarán sobre el erotismo en la mujer, y que gracias a la conducción de la psicóloga Alejandra Quintero R, permitirá construir alternativas que alienten la vivencia erótica de la sexualidad femenina.
Fecha: Miércoles 16 de marzo Hora: 8:00 de la noche. Lugar: Bermellón Restaurante Bar. Avenida El Poblado. Cl 23 Sur 42B-107 Envigado -Zuñiga (Esquina) Una cuadra al sur de La Frontera y el Euro. Medellín Reservaciones: 331 7963 Valor: $15.000, incluye copa de sangría
Si quieres enterarte de otros eventos entorno a la sexualidad en Medellín, ingresa a Mi Agenda Roja y si conoces otros eventos que no se encuentran en la agenda del Diván, no dudes en informarme para publicaros. Escríbeme al eldivanrojo@gmail.com.
BDSM, Introducción a las técnicas y su significado Autor: Jay Wiseman Traductor: Bartomeu Domènech Prólogo a cargo de: Olga Viñuales y Fernando Sáez
ISBN 10: 84-7290-264-1 ISBN 13: 978-84-7290-264-0 14 x 22 Rústica 544 págs. Edición: 2004
Ayer empecé a leer un libro llamado: BDSM, Introducción a las técnicas y su significado de Jay Wiseman y no puedo dejar de compartirles el prólogo tan acertado que este contiene. Sus prologuistas son nada más y nada menos que la conocida Olga Viñuales y Fernando Sáez Jiménez quienes de manera sucinta y precisa introducen el libro.
Si Usted desea conocer más sobre erotismo, no deberá dejar de leer esto que sigue a continuación.
“Si se echa un vistazo retrospectivo a la consideración de que han gozado el placer sensible y el erotismo en la cultura occidental desde los tiempos de la Grecia clásica, se puede afirmar que, en líneas generales y salvo excepciones, han sido vistos siempre como ámbitos problemáticos de la vida humana. A lo largo de los siglos se ha constituido en una fuente de tensiones continua entre el énfasis normativo institucional, por un lado, y la inagotable fuerza telúrica del deseo en su exigencia de ser satisfecho, por otro. El placer sensual, constreñido por la restrictiva moral judeocristiana a los estrechos canales de la reproducción, ha sido evaluado como una seria amenaza para el orden natural o divino del cosmos. Esta lectura de la sexualidad ha sido realizada de forma reiterada, de modo explícito o implícito, por los estamentos e instituciones que se han arrogado la función del mantenimiento de la decencia, la rectitud y el adecuado proceder de las actividades humanas. El resultado ha sido la producción de un corpus de conocimientos teóricos consagrado a demonizar cualquier actividad erótica que no estuviese orientada al coito heterosexual en el marco del matrimonio y con una finalidad estrictamente reproductiva.
La pérdida de peso de la religión como referente ideológico sancionador de la conducta y la vida sexual, especialmente acusada en Occidente desde la Ilustración, no variaría mucho las cosas. La ciencia, y en concreto la medicina y la psicología, cogió el relevo como instancia privilegiada encargada de definir qué actividades amatorias, y en virtud de qué motivos, pueden considerarse sanas y permisibles. Eso lleva, por defecto, a la especificación de qué prácticas e inclinaciones deben calificarse como patológicas, y ser confinadas, en consecuencia, al diván y al oscuro armario donde mora toda perversión sexual. En este ámbito, el papel de la psiquiatría ha sido primordial, ya que ha generado un conjunto de conocimientos y paradigmas acerca de la sexualidad en la medida en que ha intentado explicar y tratar de forma sistemática prácticas y tendencias sexuales, atribuyéndoles una significación precisa en un marco de referencia conceptual propio. No obstante, es necesario cuestionar el estatus epistemológico de este modo de conocer, es decir, su adecuación a los paradigmas científicos admitidos. Es reconocido que toda ciencia emerge y se halla inmersa en un marco social e ideológico definido y que, por tanto, la influencia del contexto sociocultural lastra de alguna manera los axiomas y resultados de la indagación científica. Valores y prejuicios, consciente o inconscientemente sostenidos, condicionan presupuestos y desarrollos teóricos y empíricos. Ahora bien, ningún tipo de saber puede reclamar el estatus de conocimiento científico si no se somete a la prueba de la adecuación a la realidad sobre la cual se erige. En este sentido, la ciencia médica ha adoptado tradicionalmente un enfoque que privilegia los juicios de valor sobre la realidad que pretende conocer. Al dictaminar acerca de la condición patológica o desviada de tal o cual conducta sexual, sanciona positivamente un modelo hegemónico que es considerado, no como aquel que prevalece en términos de frecuencia o apoyo institucional, sino como el modelo de sexualidad natural, sano, o maduro.Las distintas disciplinas médicas que se han dedicado a explorar la sexualidad humana suelen adolecer, de acuerdo con estas premisas teóricas e interpretativas, de una perspectiva proyectiva, cerrada en sí misma. Su discurso tiende a reflejar convicciones y premisas que no son sometidas a revisión, mediante una lectura sesgada y acrítica de la realidad que analiza. Se trata de un posicionamiento que no realiza el menor esfuerzo por adentrarse en el universo de significados que es propio del objeto de estudio. El resultado es que se niega la posibilidad misma de reconocer, tras determinadas conductas o preferencias, un modo creativo de concebir la sexualidad, capaz de generar por sí mismo una serie de valores, símbolos, imágenes y marcos interpretativos propios.
Un ejemplo paradigmático de esta actitud es el del eminente sexólogo Richard Von Krafft-Ebing. En su Psicopathia exualis (1886) elabora un amplio catálogo de perversiones sexuales —que incluye desde la homosexualidad al bestialismo— haciendo referencia explícita al sadismo y el masoquismo. Ambas categorías se emplean para referirse, respectivamente, a las perversiones asociadas a la obtención de placer erótico a través de infringir o experimentar dolor y humillaciones diversas. El psicoanálisis vinculará ambas parafilias en un par relacionado con la fase anal del desarrollo de la libido, una fase que todo adulto debe superar para alcanzar su completo desarrollo. Estos casos convergen en su afán de prestigio y en su empeño cientificista por la recopilación de multitud de casos que demuestren el carácter psicopatológico o inmaduro de las fantasías y prácticas sadomasoquistas. Carecen de un conocimiento preciso y profundo de ese mundo, del que, sin embargo, ofrecen, una imagen estereotipada y alejada de la realidad, y al cual no dudan en someter a una evaluación y una sanción reprobatorias. De hecho, hasta el año 1996 la Asociación Americana de Psiquiatría no suprimiría el sadomasoquismo de la lista de enfermedades mentales.
Cualquier aproximación mínimamente rigurosa al universo BDSM —acrónimo de origen anglosajón que se empezó a utilizar en la década de 1990, y que incluye el bondage, la dominación, la disciplina, la sumisión y el sadomasoquismo— no puede obviar que éste no es sólo un conjunto de prácticas y actitudes más o menos ritualizadas erigidas en torno de la consecución del goce a través del dolor, la humillación, la inmovilización, o cualquiera de las prácticas que en este volumen se describen con tanto acierto y detalle. Al contrario, el BDSM incorpora también —y sobre todo— un corpus de conocimientos que incluye normas, formas de vida y de relación entre personas, valores, símbolos y significados en continua transformación, y que, al igual que todo fenómeno sociocultural, trascienden lo meramente individual y sirven de contexto significativo a las acciones sociales de los individuos. Este complejo de conocimientos constituye, más que una serie de prácticas y fantasías aberrantes o supuestas taras en el comportamiento individual susceptibles de ser tratadas por un terapeuta, una auténtica subcultura con instituciones y formas de organización propias. Se trata de una realidad social rica, compleja y elaborada, imbricada en un contexto sociocultural más amplio con el que está conectado en relación dialéctica. El BDSM es, por tanto, un fenómeno cultural en constante ebullición y con características propias y diferenciadas que le otorgan un valor intrínseco excepcional para cualquier investigador social.
Precisamente, éste ha sido el valor que le han reconocido las ciencias sociales, abiertas a reconocer en este conjunto de prácticas y saberes una verdadera ars erotica, una variante dentro del amplio abanico de la sexualidad humana. Este ars implica no sólo un perfecto conocimiento de determinadas habilidades técnicas, sino también una notable empatía con el placer ajeno en todos sus matices —es decir, una forma peculiar de relación social—. Por otro lado, en el ambiente BDSM prevalece, sobre todo, la conciencia de estar viviendo una sexualidad con características peculiares sobre la que es posible construir redes sociales y un discurso positivo: una identidad específica y distintiva que se aparta en muchas de sus facetas de otras maneras de experimentar el erotismo —un constructo identitario, dicho sea de paso, por lo que sabemos, exclusivo de Occidente—. De esta manera, la sociología y la antropología, siempre pendientes de captar el sentido de la acción social weberiana y preocupadas por analizar las dinámicas grupales y las transformaciones socioculturales, son las disciplinas que disponen de los instrumentos metodológicos y las técnicas de investigación más adecuados para el análisis de lo que en realidad ocurre. Sólo a través de su prisma es viable una aproximación cabal a las múltiples conexiones presentes entre los diferentes elementos que trenzan el universo BDSM. Un mismo gesto cambia de significado de acuerdo con el contexto en el que se inserta. El azote de un ama a su sumiso tiene mínima o nula relación con el golpe airado de una maltratadora a su pareja. Derramar cera caliente sobre una persona no es un acto regido por el azar: hay tipos de ceras, modos de verterlas, y tipos de pieles. Se trata de ejemplos de un saber práctico que, por muy complejo y extraño que pueda parecer a un observador externo, está indisolublemente conectado con un conocimiento y una idea del cuerpo, con una concepción particular del placer, de la fantasía y el juego, y con una organización más o menos pautada de las relaciones entre amo/a y sumiso/a. Es decir, las prácticas BDSM, en toda su riqueza de formas y matices, están en relación con las categorías que el sujeto protagonista de la acción pone en juego en el escenario de la acción propiamente dicha —perspectiva emic—, desligada de las cuales esas acciones no tienen ninguna razón de ser ni comprensión posible. Así, las diferencias entre el uso de la cera como elemento erótico o como método depilatorio, entre la sutil inmovilización del bondage y la privación de libertad dictada por la institución judicial, no residen en el acto en sí, sino en la intención, en su significado. Y sólo reconociendo esta dimensión significativa de toda acción, de todo utensilio, de todo fetiche, podemos aportar una perspectiva enriquecedora al conocimiento de la sexualidad y del comportamiento humano en general.
En 1969 el antropólogo Paul Gebhard publicó Fetichismo y sadomasoquismo, donde por primera vez se mostraba y analizaba la naturaleza simbólica de este tipo de conducta. Este trabajo tendría repercusión en trabajos posteriores como S and M’ Studies in Sadomasochism de Thomas Weinberg (1995). Otro tipo de estudios se centran más en analizar las relaciones y los contrastes del mundo BDSM con la cultura general, en la manera en que se insiere en ella como sexualidad disidente y en los principios en que ésta rompe con determinados roles de género, relaciones de poder y otros conceptos tenidos por universales e inamovibles por la cultura dominante.La obra de Jay Wiseman, un clásico desde su primera publicación en 1992, aparece como un referente esencial de cara a alcanzar ese entendimiento cabal y global del universo BDSM, tan preñado a menudo de estereotipos e imágenes distorsionadas. Ofrece una vía para comprenderlo tanto en su dimensión simbólica y evaluadora, como en su dimensión técnica y práctica. Desde esta perspectiva, el libro concuerda con la tradición etnográfica al enfatizar la importancia de la cultura material. Se vincula así con el énfasis que los trabajos de E. B. Tylor, W. Krickeberg, Malinowski, Evans-Pritchard, H. Shapiro y tantos otros investigadores han puesto en recoger y describir las producciones materiales y las técnicas y artesanías en las diferentes culturas, y en la relación que unas y otras mantienen con los universos significantes que las fundamentan. Asimismo, la afinidad alcanza a la importancia que la antropología tradicional ha concedido al informante como vehículo para obtener información. Este libro es además una obra de lectura fácil y amena, bien estructurada y que ofrece una visión comprehensiva y rigurosa —aunque no exhaustiva— desde dentro del universo BDSM; un trabajo excepcional que libera a futuros investigadores interesados en este campo de la sexualidad —entre los que nos encontramos— de un arduo y concienzudo trabajo descriptivo y de sistematización de conocimientos.
La editorial Bellaterra nos ofrece este libro a los lectores de habla hispana, en consonancia con su compromiso para una comprensión mayor de la sociedad contemporánea en la que vivimos. Se trata de una obra valiente, útil por su aproximación privilegiada a una realidad social habitualmente ignorada y distorsionada por motivos que van desde el temor y el desconocimiento hasta la mala fe de ciertos sectores sociales que se erigen en adalides de ciertos valores inamovibles y en gestores interesados del acceso a la información.
Conocer el BDSM es penetrar en un ámbito que no deja indiferente a quien se atreve a emprender semejante aventura. Es adentrarse en un ámbito que cuestiona muchas de las categorías fundamentales que tradicionalmente sirven de legitimación de gran parte de nuestras instituciones más rígidas y blindadas a la posibilidad de revisión y adecuación a la realidad social; es inquirir la validez de nuestros conceptos de placer, juego, rol, estatus, igualdad, respeto, consenso, fantasía, y otros muchos cuyas bases creemos sólidas y bien fundadas, y que, sin embargo, la simple lectura de este libro sirve, si no para derribar, sí para poner en entredicho. En definitiva, lo que este libro puede aportar al lector lego es una concepción de la sexualidad en la que parece lícito buscar el placer de la mejor manera que sepamos o creamos que podemos obtenerlo, siempre en los límites del respeto hacia el deseo y la voluntad de los otros, claro está; una concepción de la que es incluso legítimo discrepar, así como de las vías por las que otros transitan en busca de ese inefable placer que es el goce erótico. Es pertinente rechazar el BDSM por motivos estéticos, por temor o porque se disiente de los presupuestos y valores que lo configuran y que tal vez son contrapuestos a los que nuestra educación nos ha inculcado, y al sentir general. Lo que es del todo inaceptable —al menos desde la coherencia y la responsabilidad— es rechazarlo desde su desconocimiento. Ahora se trata de que, tal como nos recuerda el viejo Tylor desde su gabinete, esas habilidades hablen por sí mismas, dándonos pistas acerca de la extraña, rica y compleja naturaleza humana.”
Con el ánimo de potencializar la lúdica, la creatividad y la diversidad erótica, les comparto una serie de libros de la editorial Robin Book de su colección Rouge, las cuales nos invitan a atrevernos con algunas prácticas sexuales, en las cuales sus lector@s quedarán además de antojad@s, muy bien aconsejad@s.
El libro no es descargable, debe ser leído aquí mismo o si tienes problemas para visualizarlo, ingresa aquí.
Espero lo disfruten con mente abierta y sin prejuicios sexuales para que puedan tomar una decisión libre, auténtica, autónoma y responsable sobre si practicar lo que leyeron o no.
Con el ánimo de potencializar la lúdica, la creatividad y la diversidad erótica, les comparto una serie de libros de la editorial Robin Book de su colección Rouge, las cuales nos invitan a atrevernos con algunas prácticas sexuales, en las cuales sus lector@s quedarán además de antojad@s, muy bien aconsejad@s.
El libro no es descargable, debe ser leído aquí mismo o si tienes problemas para visualizarlo, ingresa aquí.
Espero lo disfruten con mente abierta y sin prejuicios sexuales para que puedan tomar una decisión libre, auténtica, autónoma y responsable sobre si practicar lo que leyeron o no.